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De impuestos y redistribución de riqueza va la cosa... (6)

20.11.2014 00:00
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El anterior post se centraba en sugerir algunas líneas de actuación tendentes a dificultar el enriquecimiento injusto. Todo ello bajo el planteamiento general de que es mejor prevenir el enriquecimiento injusto que no padecerlo y distribuir posteriormente sus frutos. 

La última sugerencia la dejé sin desarrollar porque entronca con el tema de hoy: Cómo deben tratar los gobiernos a los que saben enriquecerse justamente sin dejar victimas por el camino y, además, permitiendo que la hierva siga creciendo tras su paso. 

La relación de este tema con la prevención del enriquecimiento injusto está en que en la medida que se promocione el enriquecimiento justo, disminuirá el desarrollo de bribones (Recuerda: “Bribón” es el apelativo “cariñoso” que dedico a los que se enriquecen injustamente). Piensa que ante una demanda finita, todo lo que un empresario honrado consiga para su negocia será merma para negocio del empresario bribón.

El proceder ante el enriquecimiento JUSTO.

¿Cómo tratar a los que saben enriquecerse justamente? 

Si realmente sigue existiendo ese tipo de individuos, opino que la sociedad debiera tratarles con cariño similar al que los patriarcas dedicaban a sus camellos, pues en la medida que estos crecían y se fortalecían mejores servicios les prestaban. (Pensarás que soy demasiado “idealista”, pero sí, yo aún confío que existan algunos de esos “mirlos blancos”).

Quizás consideres exagerada o fuera de lugar la afirmación del párrafo anterior. Tal es la fama que tienen los ricos, que casi parece una perversidad hablar bien de ellos (de los justamente enriquecidos). Pero creo que tengo buenas razones para mantener la afirmación que del párrafo anterior.

La Biblia presenta la riqueza justa como una bendición de Dios (Salmos 1:1-3; 112:1-3; Génesis 24:34-35,…). En primer lugar para el que directamente se enriquece. Pero indirectamente, también para los que le rodean. Bueno, esto haciendo salvedad de los nuevo ricos que lo son sobre la explotación de bienes multiplicables. Como ya expliqué en post’s anteriores, el enriquecimiento fundado en la explotación de bienes multiplicables tienes muchas vertientes propensas a colindar con el enriquecimiento injusto (Lee aquí).

Así, pues, más que agobiarles a impuestos (me refiero en mayor proporción que al resto de ciudadanos), mejor sería facilitarles la canalización de su capacidad empresarial y de generación de riqueza (recuerda: la riqueza cuando se obtiene de forma justa impregna también de provecho a los que rodean al afortunado). Y es que el trato contrario, el persistir en forzar fiscalmente de forma desproporcionada a los buenos y exitosos emprendedores lleva consigo más consecuencias negativas que positivas:

(Antes de seguir, aclarar que no pretendo que los ricos paguen lo mismo que el resto de la población. Evidentemente si sus ingresos son más altos, su contribución debe ser más alta. Está claro que debe haber una proporcionalidad en la contribución de todos los ciudadanos. Pero no una exagerada desproporcionalidad para algunos. Esto ya lo traté en este post , léelo si aún no lo has hecho.)

Perjuicios del abuso impositivo sobre la riqueza justamente obtenida.

Así, pues, ¿qué consecuencias podemos esperar del hecho de que a una persona capaz de generar riqueza de forma justa se le desposea de ellas en mayor proporción que al resto de la población? Veamos:

Detrimento de la capacidad de generar riqueza.

Sí, capacidad de generar riqueza en el país, puesto que no estoy pensando solo en esa persona que sabe enriquecerse justamente. 

Evidentemente, toda porción de capital que se le sustraiga supondrá una merma en su capacidad de reinversión, progreso y enriquecimiento personal. 

Y está claro: el que tiene “vocación” de emprendedor, no dejará ni un ápice de su capital sin ponerlo “a trabajar” y producir más riqueza. 

Pero ya hemos visto que él no podrá enriquecerse más sin desprender prosperidad también para los que le rodean: empleados, proveedores, subcontratas, agentes del sector terciario, patrocinados (si es que su nivel y bondad les permiten realizar mecenazgo), y arcas gubernamentales. Si, también, el fisco saldrá beneficiado; porque en la medida que crece su capital, también crece la porción destinada a las arcas públicas.

Así, pues, si le cortamos las alas al rico y justo emprendedor, no sólo él dejará de ascender; también los que le rodean lamentarán la falta de puestos de trabajo o de clientes a los que abastecer.

Fuga de emprendedores competentes

Una cosa es ser honesto, horado, cumplidor y hasta generoso para compartir las riquezas; pero otra es dejarse sangrar la mayor parte de los frutos del esfuerzo personal simplemente por ser muy buen emprendedor y gestor del patrimonio personal. Buen ejemplo de estas consecuencias lo pudimos ver no hace mucho en Francia (Puedes informarte aquí). 

Como resultado de este tipo de trato fiscal, el que se enriquece honradamente sobre la base de su buen juicio y dedicación prefiere buscar mejores aires y abandonar el país. La pérdida para el país ya no solo será la pérdida de ingresos fiscales, sino la pérdida de los potenciales puestos de trabajo que no se producirán por la fuga de los ricos emprendedores honrados.

Proliferación de “bribones”

En la medida que los emprendedores honrados se fuguen, lo más probable es que los bribones ocupen los huecos dejados por los emprendedores honrados en el tejido empresarial del país. Piensa que si los bribones no tienen escrúpulos en enriquecerse de forma deshonesta, aún menos escrúpulos tendrán en defraudar al fisco. 

En el fondo, el bribón es el emprendedor mejor adaptado para un entorno fiscal hostil hacia los ricos en general (ya sean honrados o granujas). Con lo que al final, intentando el gobierno paliar un mal (la mala distribución de la riqueza), promueve dos: espantar a los que consiguen generar riqueza de forma justa, y atraer a los explotadores, expoliadores y evasores de impuestos. 

Cambiar empleados por subsidiados

Otra de las nefastas consecuencias mermar la capacidad emprendedora de los riscos honestos es la de cambiar empleados por subsidiados. 

La razón es bastante obvia: ¿Que tendrá que hacer la sociedad con esos potenciales empleados que al final siguieron en el paro porque el capital que precisaba el rico y justo empresario para montar una nueva empresa fue a parar a las arcas del fisco? 

Esta claro: o mantenerles en subsidio económico por estar parados, o tolerar su mendicidad por falta de recursos. 

Evidentemente, visto esto en las calles, se alzarán multitud de voces exigiendo mejor redistribución de la riqueza (vía impuestos, claro está: que paguen más, y aún más, los ricos; para que conseguir más fondos para los parados)

Pero puestos a elegir, ¿qué prefieres tú?  ¿ganar dignamente un sueldo trabajando para un rico y justo empresario, o cobrar del paro durante unos años (y luego ...)?

 

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