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Las excelencias del trabajo “bien sudado” (4)

30.12.2013 00:00
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Sobre el comercio con bienes multiplicables

A vueltas con “las excelencias del trabajo bien sudado” y con la idea de que cuando se rompe la cadena causal ...

trabajo‭ > ‬bienes producidos‭ (o adquiridos) > ‬disfrute de dichos bienes

... comienzan los problemas, tanto individuales como colectivos o sociales.

Si no has leído los tres anteriores post puedes empezar por el primero pinchando aquí.

Ya sólo nos queda la última de las tres categorías de prácticas que violan esa cadena; y por cierto, la más sibilina: la del comercio con bienes multiplicables.

Bienes Consumibles frente a Bienes Multiplicables

¿A qué me refiero con eso de “bienes multiplicables?

Empiezo aclarando lo que entiendo por “bien” en el contexto de este post:

Haciendo referencia al diccionario de la RAE, las acepciones 2ª, 3ª, 4ª y 6ª van en la línea de lo que pretendo tratar. Y en términos llanos, considero un bien todo aquello que es útil o deseable: cualquier cosa, material o inmaterial, por la que estarías dispuesto a pagar dinero o realizar algún esfuerzo, y de la que esperas obtener algún beneficio, placer o satisfacción.

Si repasas la casi infinita lista de cosas de las que puedes sacar beneficio, placer o satisfacción, veras que las puedes clasificar en dos categorías: consumibles y multiplicables.

Los Bienes Consumibles

La categoría de consumibles es muy evidente: todo aquello que se gasta o agota en la medida que lo usas. Por ejemplo: un filete, puesto que cuando lo disfrutas lo consumes, nadie podrá disfrutarlo nuevamente.  Otro: un coche, ya que cuanto más lo usas, menos vida le queda; hasta que sólo sirve para chatarra. Está claro que el trabaja es la base que sustenta cualquier actividad con bienes consumibles. No podrías disfrutar de ningún servicio u objeto si antes no ha sido realizado, fabricado, transportado, etc.

Los Bienes multiplicables

En cambio, la categoría de las cosas o bienes multiplicables no es tan evidente. Sobre todo, porque para poder poder comerciar con ellas suelen estar supeditadas a bienes consumibles, los cuales les sirven de soportes materiales. Ejemplos de esta categoría son los chistes, las canciones, la recetas de cocina, las novelas, el teorema de Pitágoras, el mismo navegador de Internet que estás usando,...

Estarás de acuerdo conmigo en que todas estas cosas son bienes. Incluso el más trivial de los ejemplos que he puesto, el chiste, es útil y deseable. En más de una ocasión me ha sacado de un apuro un buen chiste; y en muchas más he disfrutado contando o escuchando alguno que otro.

Por otra parte, y siguiendo con el chiste, también estará de acuerdo en que por más veces que cuentes un chiste, no lo consumes, continúas teniéndolo en mente, disponible para soltar en cuanto la ocasión sea propicia. Es más, no sólo no se consume con el uso, sino, que SE MULTIPLICA: Cada vez que lo cuentas se reproduce. Incluso más aún: dejas “una semilla” en cada mente de los que te oyen, de forma que a su vez, cada uno de ellos puede reproducirlo infinidad de veces. Como ves, este tipo de bienes no se consumen, al contrario, se pueden reproducir infinitamente, se puede disfrutar de ellos sin límite de consumo.

Y lo mismo pasa con cualquiera de los ejemplos que puse tres párrafos más arriba. Aunque sí, es preciso reconocer que no es lo mismo escuchar el “Himno a la Alegria”con una coral y una buena sinfónica que tarareado mientras me afeito. Ni tampoco tiene la misma gracia  un chiste contado por Diego Arjona que por Xxxxxx (omito el nombre para no ganarme  un enemigo). Pero bueno, si esto era un problema insuperable hace años, ya quedó solventado desde que los mismos actos de reproducción quedan registrados y, a su vez, convertidos en bienes multiplicables (más adelante trataremos sobre esto).

 

La problemática del comercio con bienes multiplicables.

Una vez aclarado cuales son los bienes multiplicables, veamos en qué punto su comercio rompe la cadena “trabajo‭ > ‬bienes > ‬disfrute” y cual es la problemática que origina:

El intercambio de “sudores” en el comercio de bienes consumibles

Pero antes de analizar lo que sucede con los bienes multiplicables, fijémonos en los biene consumibles.

Párrafos más arriba vimos someramente cómo el trabajo está en la base de toda actividad relacionada con los bienes consumibles. Profundicemos ahora para descubrir dónde reside la  "bondad" del comercio con este tipo de bienes :

Cuando se intercambian bienes consumibles hay un “equilibrio energético”, se produce un intercambio de trabajo (de “sudores”, en la línea de la metáfora empleada en estos post):

  • Por un lado, el que compra, lo hace con el dinero obtenido de su esfuerzo físico o intelectual.
  • Por otro, el que vende, ofrece un artículo cuyo origen también está en el esfuerzo de los que lo fabricaron, transportaron, acondicionaron, inventariaron, etc.

Respecto al conjunto de "esfuerzos" necesarios hasta poner el artículo en manos del comprador (fabricarlo, transportarlo, gestionarlo, etc.), es importante señalar que es único y exclusivo para el ejemplar que se vende: Sólo su comprador puede beneficiarse de él, y sólo una vez puede el comerciante vender ese conjunto de esfuerzos cristalizado en el ejemplar vendido.

Como ves, en el comercio de bienes consumibles hay un equilibrio: por un lado, el comprador da energía transformada en moneda de cambio, y el vendedor cede el conjunto de energías invertidas en la fabricación y puesta a disposición del objeto que se compra. Tanto en el caso de comprador como del vendedor, en el origen de la cadena que les permite el intercambio está el "trabajo".

Con todos los matices que se deseen añadir, el negocio del comerciante está en "obtener más energía" en forma de moneda que la energía implícita en el objeto que vende, pero al margen de que ese equilibrio energético sea "más o menos justo", siempre lo hay en todo comercio de bienes consumibles.

La "bondad" de la riqueza generada por el comercio con Bienes Consumibles

Y puesto que siempre hay un equilibrio energético entre la oferta del comerciante y demanda del comprador, la acumulación de riqueza mediante el comercio de bienes consumibles siempre tendrá un límite, puesto que ni el ofertante ni el demandante tienen una capacidad infinita de intercambio:

  • El que compra no puede comprar más que lo que le produzca su esfuerzo transformado en monedas.
  • Y el que vende, no podrá vender más de lo que produzcan sus instalaciones industriales o sus oficinas de servicios de asesoría, gestión, limpieza, etc.

Y puestos a ahondar más en los beneficios de la producción y comercio de bienes consumibles, incluso en el caso de empresarios o comerciantes muy astutos y ricos, si quieren continuar en la senda de su enriquecimiento mediante bienes consumibles, no les quedará más remedio que continuar su enriquecimiento mediante la creación de empleos que le permitan fabricar más u ofrecer nuevos servicios. Y esto no es malo para la sociedad, al contrario: bienvenidos sean todos los millonarios que quieran enriquecerse más mediante la creación de nuevas empresas y la contratación de personas.

Así, pues, la generación de riqueza mediante la fabricación o tráfico de bienes consumibles siempre estará supeditada y limitada a la capacidad de producir trabajo, bien sea el propio, o el de otros mediante la gestión de empresas que contratan empleados. Por lo tanto, la capacidad de acumular riqueza está limitada por la capacidad de generar trabajo. Si la ambición invita a acumular riqueza más rápidamente, en este contexto de bienes consumibles siempre será mediante la inversión en más capacidad de trabajo: más empleo, más beneficio social, mayor generación de riqueza para todos los implicados: empresarios, accionistas, empleados, estado; aunque los porcentajes de distribución no agraden en la misma medida a todos.

El cuerno de la fortuna del comercio con multiplicables

Pero... ¿qué pasaría si un empresario dispusiera de un cuerno de la fortuna, ese objeto mítico que Zeus concedió a Amaltea para que pudiera obtener “todo lo que deseara” (sin necesidad de trabajar o que otros trabajasen para él)?

Un comerciante que pudiese vender algún tipo de producto sin que éste le costase nada fabricarlo o gestionarlo tendría el equivalente moderno del cuerno de la fortuna. Sería capaz de acumular tanta riqueza (que no de crearla) como compradores pudiese camelar. No estaría limitado por su capacidad de esfuerzo ni por su ingenio en la creación y organización de empresas. Su comercio no estaría sometido al equilibrio que vimos en el apartado anterior. Podría enriquecerse más y más sin esfuerzo personal y sin generar trabajo y empleo para producir los bienes con los que comercia, ya que en vez de salir de factorías, sus productos saldrían de su particular “cuerno de la fortuna”

Pues bien, esto es lo que sucede con el que comercia con bienes multiplicables: Si consigue una legislación que le de la exclusiva de reproducir infinitamente algún bien multiplicable, mientras que al resto de ciudadanos les prohíbe hacer copias de los mismos, podrá acumular tanta riqueza de bienes consumibles como compradores de su bien multiplicable consiga camelar. (Atención, que es importante: Acumula riqueza de bienes materiales, pero negociando con bienes multiplicables, sin generar trabajo y empleo para la sociedad). Y aún mejor para él, vendiendo no al precio de costo (que es 0, para cada ejemplar de bien multiplicable que >reproduce), sino a precio de utilidad para el comprador (que en algunos bienes multiplicables puede ser muy elevada).

Realmente el comercio con bienes multiplicables consigue hacer realidad el mito del cuerno de la fortuna, pues el comerciante con bienes multiplicables (gracias a una legislación favorable) está en condiciones de conseguir infinitas reproducciones de un bien que no le cuesta nada reproducir, pero que consigue vender cada ejemplar como si realmente fuese un bien consumible. De esta forma saca bienes multiplicables de su cuerno de la fortuna para convertirlos en monedas de intercambio válidas en el mundo físico, el de lo bienes materiales. Sí, consigue acumular ingentes riquezas del "mundo material" mediante el negocio en el "mundo multiplicable". ¡Vamos!, Jauja hecha realidad, solo que para algunos pocos, no para todos. ¿Te imaginas un mundo en el que sólo unas cuantas personas tuviesen esa capacidad de acumulación de riqueza material (pero a costa del trabajo de otros)? ¿Qué sería del resto de la población? ¿Qué papel quedaría reservado a los estados, que en el fondo fueron los que con sus legislaciones posibilitaron la creación de los "modernos cuernos de la fortuna"?...

El límite de riqueza del negocio con bienes multiplicables

Pero bueno, sí tendría un límite esa acumulación de riqueza. Sólo que ese límite no estaría marcado por su capacidad de creación de riqueza, que no la hay en este caso (>Mueve el ratón hasta aquí). Ese límite estaría marcado por la capacidad de creación de riqueza de sus clientes. Sí, llevando el caso al límite, si consigue un bien multiplicable suficientemente atractivo (y artificialmente evolutivo para que los ejemplares ya vendidos “perezcan” por obsolescencia) , conseguiría sin mayor esfuerzo acaparar todo el esfuerzo productivo de los usuarios de sus productos multiplicables. Pintando el caso con tintes apocalípticos, estaríamos ante un "agujero negro" del universo económico. Sería capaz de absorber toda la energía económica generada por la población, pues su capacidad de oferta sería infinita (ya que reproduce artículos a coste cero) y su precio de venta tan flexible como desde la cesión gratuita (para enganchar inicialmente) hasta lo que puedan pagar los usuario de sus productos.

Al margen de alarmismos "apocalípticos"...

Ya se que me he pasado de alarmista con el párrafo anterior, pero el "afán de >ilustrar me lleva a exagerar". Pero en términos más realistas, juzga tu mismo: piensa en las grandes fortunas que airea la prensa y evalúa el trabajo que subyace bajo ellas. Dejando al margen las fortunas de la especulación financiera (que están ligadas a las prácticas comentadas en el post #3 de esta serie), >compara los empleos que pueda haber detrás de las fortuna de los grandes fabricantes de artículos consumibles (coches, edificios, comestibles,...) o proveedores de servicios (que también se consumen en la medida en que se utilizan: hoteles, comercios, hipermercados,...) con los que puedan estar detrás de los comerciantes de bienes multiplicables (supongo que no hace falta mucha imaginación para saber cuales son). Y supuesto que tuvieran que duplicar sus ventas, ¿cuanto más incrementarían sus plantillas en cada caso? 

 

Y también sé que hay muchas réplicas a lo que he escrito: Que si "siempre se han explotados bienes multiplicables", que si "detrás de algunos bienes multiplicables hay muchas industrias que generan muchos empleos", que "si no se protege el derecho de explotación de los creadores se desincentiva la creatividad", que si "lo que se cobra no son los bienes multiplicables, sino sus soportes físicos", que si "es preciso invertir continuamente horas en la actualización de los modelos de bienes multiplicables", ...

Pero ya he superado por muchísimo las 1000 palabras en este post y es momento de dejarlo aquí. Así me concedo cierto tiempo para evaluar esas u otras réplicas y responderlas en lo todo lo que rebasen lo que yo pueda entender como "buen sentido" y mesura en el equilibrio socioeconómico.

 

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