La Biblia desde el siglo XXI

Sobre camellos y fiabilidad histórica de la Biblia (6 de 6)

17.12.2021 00:00
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Dejé para este post el comentaros mis reflexiones sobre las razones que pudieron inducir a Werner Keller a descartar la historicidad de las referencias bíblicas a camellos domésticos, dando por válidas sólo las posteriores a las tablillas cuneiformes y bajorrelieves del siglo XI antes de Cristo. Así, pues, a ello voy:

(Recordatorio: Esta serie la empecé analizando las afirmaciones de Werner en su libro “Y la Biblia tenía razón” con las que se concluye la falta de rigor histórico del Pentateuco. Tras mostrar la falta de fundamento de sus afirmaciones, repasé las evidencias arqueológicas existentes que le contradicen. Por último, en los dos anteriores posts me centré en las razones que desde el mismo texto bíblico descalifican la hipótesis de Werner Keller. (Si no has leído los anteriores posts, te sugiero que empieces por el primero).

El libro de Werner Keller es muy ameno. Evidentemente, no recoge muchas de las evidencias descubiertas por los arqueólogos en las últimas décadas, pues lo publicó en los años 50. Pero hace un buen repaso de la historia bíblica contrastando con evidencias externas que la apoyan y enmarcando los relatos en los contextos históricos correspondientes.

Pero a pesar de publicar un libro cuyo título da idea de la historicidad de la Biblia, me sorprendió que no le reconociese historicidad, al menos en lo tocante a los camellos. En los párrafos sobre el camello, claramente la descarta. Cuando escribe: “…  el camello … en el Génesis tuvo que ser añadido más tarde Los "camellos" de Abraham, su futuro suegro, en realidad no eran otra cosa que... asnos (Gen. 24:10 y siguientes)” está claro que no considera la información de Génesis como digna fuente histórica: como sí lo hace con las tablillas cuneiformes y en los bajos relieves del siglo XI antes de Cristo: “En el siglo XI antes de J.C. aparece citado el camello en los textos de las tablillas cuneiformes y en los bajos relieves, y desde entonces son mencionados con mucha frecuencia”.

 

¿En qué se basó Werner Keller para descartar la veracidad de los relatos del génesis sobre los camellos domesticados?

 

I. La ausencia del texto bíblico original.

Se podría argüir que las tablillas cuneiformes y los bajorrelieves representan una fuente de información directa (lo que escribieron y esculpieron en el siglo XI antes de Cristo es lo que realmente ahora se puede contemplar). Mientras que el relato bíblico original se ha perdido. Sólo contamos con copias realizadas por copistas.

Cierto. Pero no hay que olvidar que “las imprentas”, antes de que se inventara tan afortunado artilugio, eran los copistas. Y no tenían otra intención que reproducir cabalmente la obra que reproducían. Sí, es razonable pensar que por buena intención que tuviesen, y por muy maestros que fuesen en su oficio, de vez en cuando, podrían cometer errores. Pero estos serían mínimos, y sin ninguna intención de modificar el texto que copiaban.

Bajo esta óptica, no es razonable pensar que tantas menciones a camellos correspondan a errores involuntarios. De ser cierta la hipótesis de Werner, tuvieron que ser cambios voluntarios. Pero me pregunto qué objetivo tendrían los posibles autores de esos cambios o añadidos. He dedicado algunos minutos a reflexionar sobre posibilidades, pero reconozco que no se me ocurre ninguna razón por la que un copista del texto original, o de copias anteriores a la suya, se esfuerce por incluir en los relatos de los tiempos patriarcales al camello y desplazar al burro.

Por otra parte, precisarían no ser expertos en realizar copias lo más fidedignas posibles (como era la vocación y misión de los copistas), sino expertos en “narrativa novelesca”. Porque muy bien tendrían que haber hilado la narrativa para integrar la sustitución de burros por camellos a fin de que el texto resultante estuviese tan bien integrado en el resto de la narrativa. ¿Tanto esfuerzo utilizó el copista para conseguir llegar hasta los detalles que dan tanta verosimilitud a los relatos? ¿Y con qué fin? (Recordad: El fin de los copistas no era otro que transmitir fielmente el texto que copiaban).

Resumiendo:  El no disponer del texto bíblico original del Génesis no es razón suficiente paraque Werner descartase la veracidad de lo narrado sobre los camellos utilizados por los patriarcas, pues en caso contrario, tendría que haber rechazado gran parte de lo narrado en Génesis. Solamente debiera haber dado por válidos los pasajes corroborados por fuentes externas a la Biblia; y lo cierto es que acepta muchos pasajes bíblicos solamente por la coherencia con el marco histórico-social correspondiente (me refiero a los usos y costumbre de las respectivas épocas).

 

II. ¿Lo que dicta la buena lógica?

Centrándome sólo en la cuestión polémica (los camellos domesticados en tiempos de los patriarcas), veamos las posibilidades lógicas de veracidad de las 2 hipótesis posibles. Quizás Werner hizo un ejercicio similar (¿?).

Las únicas hipótesis posibles, y contrarias entre sí, son estas:

  • “Los patriarcas bíblicos no pudieron utilizar camellos, pues se domesticaron siglos después”. Si esta hipótesis resultase cierta, el relato bíblico carece de rigor histórico.
  • “Los patriarcas bíblicos utilizaron camellos domésticos”. Esta otra hipótesis está en coherencia con el relato bíblico, por lo que no cuestiona la historicidad bíblica.
A. "Los patriarcas bíblicos no pudieron utilizar camellos, pues se domesticaron siglos después".

Esta es la hipótesis escogida por Werner Keller. ¿Por qué debiera considerarse verdadera? Sólo cabrían dos posibilidades:

1) Se acepta por verdadera porque ha quedado demostrado 

Si ciertamente existiese alguna evidencia o razonamiento válido que avalara la hipótesis, no cabría más discusión: Werner Keller tendría razón.

Pero ya vimos en el primer post de esta serie que Werner no se basa en ninguna evidencia ni aporta ninguna razón válida que apoye su hipótesis. Sólo se basó en la ausencia de información sobre camellos domésticos antes del siglo XI antes de Cristo. 

2) Se acepta por verdadera mientras no se demuestre lo contrario

Quizás este debió ser la postura de Werner Keller. Si desconocía todas las referencias a camellos domésticos que mencioné en el tercer post, actitud más prudente hubiese sido dejar la posibilidad en suspenso. Pero no, sobre la base de ausencia de información, afirmó que los patriarcas sólo disponían de burros, y que las menciones a camellos del Genesis eran añadidos o cambios al texto original.

Resumiendo: No existen evidencias ni razones que apoyen la veracidad de la hipótesis asumida por Werner Keller, mientras que sí existen evidencias que demuestran lo contrario:

B. "Los patriarcas bíblicos utilizaron camellos domésticos"-

Por eliminación de la otra posibilidad, sólo queda afirmar que es cierto el uso de camellos por los patriarcas, tal como relata la Biblia. Pues no es que la hipótesis contraria carezca de pruebas, sino que existen muchas evidencias arqueológicas que confirman el uso de camellos ya en tiempos de los patriarcas, tal como vimos en el post número 3 de esta serie.

En el fondo creo que Werner Keller no dedicó mucho tiempo a analizar si realmente los patriarcas pudieron utilizar camellos domésticos. Más bien creo que se dejó guiar por escritos anteriores al suyo, aunque no les cita (¿Quizás de la obra de W.F. Albright (“De la edad de piedra a la cristiandad”), publicada en alemán 6 años antes de la publicación de su libro “Y la Biblia tenía Razón” en 1955?).

 

El texto completo que trata sobre la aparición de los camellos domesticados y las referencias a ellos en la Biblia:

La historia de Gedeón da cuenta del segundo triunfo de Israel. Desde las tierras de Oriente avanza un día algo nuevo, desconocido y terrible sobre Israel. Las hordas de nómadas madianitas avanzan, montadas en camellos, sobre la tierra, desvalijando, matando y destruyéndolo todo. "Ellos y sus camellos eran innumerables y venían al país para devastarlo" (Juec. 6:5). Durante largos años se halla Israel expuesto, inexorablemente, a los ataques de los madianitas. Después surge Gedeón, el libertador. Emplea con éxito, según explica detalladamente la Biblia (Juec. 7:20 y sigs.), una nueva táctica de sorpresa ante la cual los madianitas huyen y dejan tranquilos a los israelitas en el futuro.

En las épocas de guerra surgen a veces inventos que después tienen aplicación práctica y pacífica. El nuevo "invento" que causó tanto terror a los israelitas en los ataques de que eran objeto por parte de los madianitas ¡era el empleo de camellos domesticados!

El camello domesticado es, en el mundo antiguo, algo completamente nuevo; aunque parezca raro, los pueblos de la edad del bronce no los conocieron. Los textos egipcios jamás los mencionan. Ni en Mari, a pesar de su gran proximidad al gran desierto de Arabia, se encontró mención alguna de ellos en los archivos, que contienen innumerables documentos. Tenemos que suprimir el camello de nuestras representaciones de la vida y de las relaciones del mundo en el Antiguo Oriente. También en el Génesis tuvo que ser añadido más tarde. Así, por ejemplo, la bella escena en la cual vemos por primera vez a Rebeca en su ciudad natal de Najor, ha recibido adiciones y cambios. Los "camellos" de Abraham, su futuro suegro, en realidad no eran otra cosa que... asnos (Gen. 24:10 y siguientes). También eran asnos los que durante milenios llevaron en sus lomos el peso de valiosas mercancías por las grandes rutas comerciales... hasta que el manso camello los substituyó.

En qué época tuvo lugar la domesticación del camello es cosa que resulta imposible determinar con exactitud. Pero existen algunos puntos de referencia. En el siglo XI antes de J.C. aparece citado el camello en los textos de las tablillas cuneiformes y en los bajos relieves, y desde entonces son mencionados con mucha frecuencia. Alrededor de esta época debió ocurrir lo que narra la historia de Gedeón. ¡Cuan grande debió de ser la impresión causada por la incursión realizada sobre camellos, considerados hasta entonces como bestias salvajes!”.

("Y la Biblia tenía Razón”, parte cuarta, apartado 2º: “Bajo Débora y Gedeón”, al final de apartado. En la edición ilustrada del “Círculo de lectores” se encuentra entre el final de la página 169 y el inicio de la 172).

 

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