La Biblia desde el siglo XXI

Matizando la “objetividad” (3)

15.07.2017 00:00
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Aunque bien merecía la pena dedicar un post con la cita de Einstein apoyando la idea de un conocimiento intersubjetivo, que no objetivo, lo cierto es que ya es hora de avanzar algo más en la respuesta a las posibles críticas a la idea de que todas nuestras percepciones están condicionadas, lo cual pone en entredicho la idea de un “conocimiento objetivo”.

Antes de seguir, copio la crítica que yo mismo puse al final del post sobre el condicionamiento de la percepción que todos tenemos:

"Si toda percepción está condicionada por las convicciones e informaciones previas, ¿en qué lugar queda la objetividad? Porque sin objetividad no podemos hablar de un verdadero conocimiento del cosmos, de nuestro planeta y de nuestra historia.  Por otra parte, sin posibilidad de un contraste con un mundo externo y "objetivo", quedaríamos sin criterio objetivo de evaluación para decidir cómo manejarnos con ese mundo externo. No habría sido posible esta civilización tecnológica con la que dominamos la naturaleza, a la vez que disfrutamos de ella".

A la respuesta de la primera frase estuvieron dedicados los dos anteriores post; vamos ahora con el resto del párrafo.

La segunda frase implica la aceptación de una realidad física externa más allá de la frontera de nuestros sentidos: "mundo externo y "objetivo" " (Aquí sí considero adecuado el término objetivo, puesto que se aplica al mundo externo, y no a nuestro conocimiento de él).

 

¿¿ La prueba de la objetividad del conocimiento ??

También da por sentado que para manejarnos en ese mundo externo es preciso un conocimiento cabal de él,  un "conocimiento objetivo" justo en el sentido que he intentado mostrar que no es más que una quimera. Y pretende rematar la necesidad y realidad de un conocimiento así aportando la considerada por muchos como la prueba indiscutible: la realidad palpable del dominio del mundo físico que nuestra civilización ha conseguido mediante la ciencia y la técnica. Claro, en esto también va implícita la idea de que los científicos e ingenieros se han manejado bien  en el mundo físico porque realmente han obtenido de la realidad física un "conocimiento objetivo" totalmente ajeno a subjetividades.

Tengo que reconocer que ésta argumentación tiene mucho peso. Yo mismo le estuve cautivo durante años. Afortunadamente fue el último obstáculo. Tras él conseguí la liberación del condicionamiento mental  que la visión materialista de la realidad me imponía (aun siendo "creyente").

Durante años anduve en contradicción intelectual. Por un lado, tenía la “convicción razonada” de que el fundamento último de la realidad no podía ser la materia. Pero tanto por estudios como por profesión estaba habituado a la realización de cálculos sobre sistemas físicos; que además, acertaban.

Y claro, tanto en lo académico como en lo laboral, las referencias siempre eran a componentes físicos: materiales, fluidos, gases, moléculas, partículas, átomos...; todos caracterizados en mayor o menor medida por algún grado de solidez, cohesión, resistencia, etc. En este ambiente es fácil hacerse a la idea de que “ahí fuera”, al otro lado de ojos, oídos, paladar, orejas y piel están esos “objetos” compuestos de constituyentes físicos sobre los que aciertan las previsiones y los cálculos. Y al igual que yo, también mis colegas aciertan. Bueno, y cualquiera que aplique las reglas física recogida en los manuales también acertará. Y se habrá hecho la misma idea acerca de esos objetos que “están” al otro lado de los sentidos, concluyendo que “allí” existe realmente ese mundo de objetos físicos que visualizamos, y tal como lo visualizamos. Pues de lo contrario,...  ¿cómo explicar los repetidos aciertos en nuestras previsiones y cálculos?

¡Triunfo de la concepción objetivista y materialista de la realidad!

¿ Triunfo de la concepción objetivista y materialista de la realidad ?

Quizás. Pero cuidado, que esta novia tiene más de un pretendiente.

 
La desapercibida mediación

Pues bien, así me mantuve en contradicción durante años hasta que un buen día “caí” en la cuenta de que no preveía ni calculaba realmente sobre objetos externos a mi mente, sino sobre señales provenientes del exterior  de mis sentidos. La relación que mantenía mi cerebro no era realmente con objetos externos a él, sino con señales externas captadas por mis sentidos y transmitidas a la corteza cerebral.

Bueno, mi cerebro y el de cualquier otra persona. La realidad es que nuestra relación con el mundo externo siempre está supeditada a la mediación de las señales que nuestros sentidos pueden captar. Nuestros sentidos en un extremo; justo tras ellos, las señales que captan; y en el otro extremo... ¡vaya usted a saber qué!

Claro, y hay que reconocerlo: esto no descartaba en absoluto que el origen de esas señales realmente fuesen objetos reales y externos a mis sentidos.

Pero lo importante para mí era que ya no tenía contradicción entre mi experiencia profesional y mis convicciones, más bien idealistas. El éxito en la aplicación de las disciplinas físicas ya no implicaba inexorablemente un mundo de objetos materiales.

Cierto que el origen de esas señales que captan mis sentidos puede ser la materia, tantas veces invocada y nunca demostrada, sí. Pero igualmente pueden provenir de un superordenador como el de “Matrix”, de las rutinas de un anidamiento infinito de juegos como en “Nivel 13”, de las respuestas de otras mentes similares a la mía (o de diferentes niveles sinérgicos), de la acción de un Dios omnipotente,... ¿Quién está en condiciones de explorar más allá de las señales para investigar su verdadero origen?

Evidentemente, como vimos en el post sobre el condicionamiento de la percepción, si por tu tradición familiar o por tus estudios te has desarrollado en ambientes materialistas, no precisarás que nadie venga a confirmarte que las señales que captan tus sentidos provienen de la materia. ¡Tú ya los sabes bien!, aunque desconozcas en el fondo qué pueda ser esa materia que origina las señales que captan tus sentidos. Ni siquiera la has tocado, por más que las yemas de tus dedos capten presión al acercarse al foco emisor de las señales luminosas que perciben tus ojos. Y es que toda nuestra experiencia siempre será  través del intercambio de señales. Lo que esté más allá de ellas jamás lo podremos averiguar. Eso que “tú ya bien sabes” en el fondo no es más que la “fe” previa al conocimiento que te permite interpretar la realidad de determinada manera. Eso que “tú crees” “saber bien” jamás te lo han podido demostrar empíricamente. Te lo dieron “a beber” desde tan pequeño, que los tienes tan integrado en tus circuitos neuronales que ni los cuestionas ni te imaginas otras posibilidades. (Vamos, diría en “lenguaje novotestamentario” que “tendrías que “nacer de nuevo” para contemplar la realidad de otra manera).

 

Reenganchando con “lo del conocimiento objetivo o intersubjetivo”

Al final, casi he escrito más sobre ontología que sobre gnoseología, que se supone que en ello estaba. Pero es que, la verdad, están muy relacionadas. Y aquí viene el reenganche: ¿Cómo se puede pretender un conocimiento objetivo (gnoseología) cuando ni siquiera está clara la naturaleza de la realidad externa (ontología).

El que nuestra civilización científico-tecnológica haya logrado altos niveles de dominio sobre el mundo físico no implica que ese mundo físico sea de “naturaleza material” (en el "sentido diecinuevesco"), ni que el conocimiento que de él nos hacemos  le sea un fiel reflejo.

Al igual que el resto de seres humanos, los científicos e ingenieros no tratan directamente con “objetos materiales”, sino con las señales perceptibles a través de los sentidos. Los objetos que habitualmente reconocemos más bien tienen su residencia en nuestras mentes, tras la elaboración mental de las señales percibidas. Y el consenso que tenemos respecto a ellos no es más que la consecuencia de compartir en alto grado los marcos conceptuales con los que interpretamos la realidad.

Y de ahí surge el “conocimiento intersubjetivo”, el conocimiento que sin ser “realmente objetivo”, está suficientemente compartido como para suponer una referencia de entendimiento y progreso válida entre todos los miembro de comunidades que comparten marcos conceptuales similares.

 

"Derivando" un poco más

Y llegados aquí, punto y final para la deriva que tomé a propósito del condicionamiento de la percepción.

Pero punto y seguido respecto a la serie originada tras el post sobre el programa de “Radio Ciencia” (de Radio Klara). Porque aún no he comentado los puntos concretos que llamaron mi atención por el tratamiento tan ingenuo y disparatado que dieron al tema de la evolución y del diseño inteligente.

Y también punto y seguido, porque de este post surge una nueva derivada. Sí, porque si aceptamos que el origen de las señales que afectan a nuestros sentidos tanto puede ser la materia (entendida "a lo diecinuevesco"), como otras posible fuentes alternativas (véase el cuarto párrafo del apartado “La desapercibida mediación"), surge la incertidumbre respecto a cómo decantarse por alguna de las posibles alternativas. Al menos, para tener sosiego intelectual, porque difícilmente obtendremos certeza de cual sea el origen de esas señales que nos afectan (salvo los dogmáticos, que evidentemente tendrán certeza absoluta de sus convicciones, sean cuales sean).

Pues bien, yo soy de la opinión que si no podemos tener pruebas incontestables, al menos sí podemos barajar indicios lo suficientemente relevantes como para decantarnos por alguna opción más razonable que otras. (Tomo nota para compartirlas próximamente).

 

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