La Biblia desde el siglo XXI

Sobre la violencia en la Biblia y el Corán (1).

23.09.2017 00:00
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No hace muchas semanas se difundió con profusión el resultado de un análisis textual realizado por el ingeniero informático Tom Anderson (británico). No sé si el amplio eco mediático fue consecuencia de que el análisis lo publicó un ingeniero informático (ya se sabe, todo lo que lleve el marchamo de científico o técnico vende mucho), o simplemente porque para algunos era buena noticia el poder justificar que la Biblia es muy violenta, incluso más que el Corán.

Habida cuenta que no es preciso ser ingeniero informático para obtener los mismos resultados que obtuvo Tom Anderson (basta con disponer un procesador de textos [como Word o Write], y alguna versión digital de la Biblia y del Corán que permitan copiar texto), me inclino más bien a pensar que el más arriba mencionado eco mediático fue consecuencia del afán que algunos muestran por descabalgar a la Biblia de su pedestal como referente moral, además de fustigar a los grupos religiosos que se fundamentan en ella.

También apunta a esta idea el hecho de que sólo mencionan "de pasada" que el mismo Anderson resta valor a las conclusiones del análisis. Él  mismo ha declarado: “Quiero enfatizar que se trata de un análisis superficial y que los descubrimientos de ninguna manera tienen la intención de ser conclusivos. La nuestra es una mirada somera a los tres textos, que no buscan avanzar ninguna agenda ni de probar el punto de vista de nadie”.

¡Claro que no! De un análisis de ese tipo no se pueden sacar conclusiones del estilo que sugieren muchos de los titulares que he leído. Vaya  de  ejemplo este de playgroundmag.net : "La Biblia es más violenta que el Corán, según este análisis de texto".

Las palabras,  en su contexto

Sería tanto como concluir que cualquier guía de plantas es más recomendable para la salud que cualquier recetario de Arguiñano. Simplemente porque la guía de plantas tiene mayor cantidad de palabras referidas a vegetales y prácticamente no incluye referencias a animales. Como ya todos estamos convencidos que es más saludable  priorizar el consumo de productos vegetales sobre los de origen animal, la conclusión está cantada: Un libro plagado de vegetales  siempre será más saludable que un recetario de Arguiñano, colmado de  pollos, cochinillos, terneras, cerdos, etc. y con no más de 4 docenas productos de la huerta.

Sí, sí. Ya sé que es un ejemplo exagerado; pero no deja de ser ilustrativo. Y aplicable al caso. Quizás pienses que no es aplicable porque en el ejemplo que he puesto, cada libro trata de materia diferente. Me dirás: “Claro, el de Arguiñano es un libro de cocina, mientras que la guía de plantas es un prontuario de botánica. No se pueden comparar peras con manzanas. Pero tanto la Biblia como el Corán son libros religiosos, ambos de la misma materia, y, por tanto, perfectamente comparables".

¡Claro que no se pueden comparar peras con manzanas! Ni la guía de plantas con el recetario de Arguiñano. Pero tampoco la Biblia con el Corán. 

Los contextos de Biblia y Corán

El Corán quizás se pueda considerar un libro religioso. Lo conozco muy poco, pero creo poder afirmar que se trata de  la obra de un mismo autor (aunque los amanuenses eran sus discípulos, los cuales también concibieron la estructura bajo los 114 capítulos (azoras)  que componen el libro), escrita en una misma época (23 años, durante los que Mahoma estuvo recibiendo revelaciones), y con un objetivo muy claro: el de aleccionar sobre cómo comportarse y explicar lo que hay después de la muerte.

En cambio, la Biblia no es un libro, sino una biblioteca: 66 libros, incluidas también las cartas.

Tampoco la Biblia es la obra de un sólo autor, si es que nos centramos en la autoría humana. Cuarenta personas aproximadamente fueron las que escribieron esos 66 libros. Algunas con profesiones netamente religiosas, como sacerdote o rabino. Pero otras con profesiones tales como pescador, pastor (de ovejas), médico, recaudador, militar, rey, copero, escriba,...

Por otra parte, todos estos libros no se escribieron en una sola época, como el Corán, sino que fueron escritos con el correr de unos 15 siglos.

Y sí, es cierto que entre estos 66 libros los hay con un marcadísimo carácter religioso, donde no sólo se alecciona sobre el comportamiento y se anuncia la vida eterna, sino que también se consignan rituales de inconfundible carácter religioso. Pero también es cierto muchos de esos 66 pertenecen a otros géneros, como la historia o la poesía.

Bueno, ¿y qué?, me dirás.

Pues sí, importa, y mucho. Porque aún con el mismo significado de las palabras empleadas, el contexto marca tanto la intención del que escribe como la interpretación que le da el que lee.

No es lo mismo que emplee el verbo "matar" para redactar un artículo en el que informo sobre los combates en Afganistán que utilizarlo para redactar una orden ejecutiva donde mando que se liquiden determinadas personas. En el primer caso, el lector quedará informado, y a lo más juzgará si lo que lee es digno de ejemplo o de reprobación. Pero en el segundo caso, el lector interpretará que debe actuar y ejecutar lo consignado en el escrito que lee.

Igualmente, tampoco es lo mismo que en Génesis se cuente la historia de Caín y Abel, en la que se emplea el verbo matar (Génesis 4:8), que en el capítulo 8 del Corán se induzca a los fieles a golpear en cuellos y dedos a los incrédulos (Corán 8:12. El texto se presenta como petición de Alá a los ángeles para que den valor a los fieles, como instrumentos físicos ejecutantes de la voluntad divina).

Una cosa es describir lo que sucede, sea esto bueno o malo, y otra cosa es ordenar que las cosas sucedan. Una cosa es contar que alguien mata o maltrata, y otra cosa es ordenar a alguien que mate o maltrate. Y muy estúpido tiene que ser el analista que considera solamente la cantidad de veces que se utilizan palabras que evocan violencia sin discriminar el contexto en el que se utilizan esas las palabras.

Sí, sí. Ya sé. Me dirás que en la Biblia también hay pasajes que ordenan explícitamente que se mate.

Pues sí, es cierto. Más aún, hay pasajes que ordenan incluso el exterminio de pueblos enteros. Por ejemplo, puedes leer en (Deuteronomio 20:16-18).

¿Qué decir de estos pasajes? ¿Son la prueba de que la Biblia es un libro violento que promociona la violencia entre sus lectores?

Ciertamente son pasajes interesantes que bien merecen nuestra atención. Y también un buen análisis de sus circunstancias, época e integración en todo el conjunto de la Biblia. Además, contrastándolos con el Corán bajo los mismos criterios.

Pero esto lo dejo para un próximo post.

 

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